Tranquilizaciones inesperadas
Justo antes de la ceremonia, Emily, la hermana de George, se acercó a mí y me ofreció un cálido abrazo y unas palabras tranquilizadoras que sentí como un breve y bienvenido escape. “Vais a ser muy felices juntos, ¡lo sé!”, exclamó, con los ojos brillantes de sinceridad. Le devolví el abrazo, agradecida por su amabilidad, aunque la duda seguía mordisqueando los bordes de mi mente.

Tranquilidades inesperadas
Visualizar la felicidad
Emily pintó una imagen vívida de nuestro futuro, rebosante de amor y unión: almuerzos dominicales, vacaciones llenas de risas, una vida compartida con alegría. Sin embargo, mientras hablaba, no conseguía conectar del todo con su visión; había algo que no encajaba, una sutil discordancia entre sus palabras y la inquietante verdad que empezaba a percibir.

Visualizar la felicidad

