Atardecer de ensueño
Detrás de la iglesia, la puesta de sol pintaba el horizonte con pinceladas rosas y doradas, bañándolo todo con una luz de ensueño. Los vibrantes colores parecían ofrecer una calma silenciosa frente a la agitación de mi interior, un recordatorio de que el mundo podía continuar su belleza incluso en medio de mi tormenta interior. En aquel momento, me sentí pequeña bajo la grandeza del cielo, mis preocupaciones pesadas y a la vez extrañamente insignificantes.

Atardecer de ensueño
La oportuna intervención de Lisa
Al notar la tensión en mi rostro, Lisa me sacó a tomar el aire. Su presencia tranquila y comprensiva me tranquilizó. “Vamos a tomarnos un respiro”, me dijo con una sonrisa tranquilizadora. Lejos de la multitud, por fin tuve un momento para respirar, recalibrarme e intentar encontrar mi equilibrio en medio del torbellino de emociones que amenazaba con desbordarme.

La oportuna intervención de Lisa

